Apr 27 2021
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¿Y tú, cuánto valoras la calidad del aire interior de tu vivienda?
Estamos acostumbrados a catalogar las cosas por su valor económico, cuánto cuesta, vale más o vale menos, cuánto me ahorro, en cuánto tiempo consigo el retorno de la inversión… y no es para menos ya que este aspecto es bastante importante. Tenemos varios artículos en los que abordamos estos temas en relación a las viviendas pasivas : “Sobre el precio de las casas pasivas” y “¿Cuánto gasta una passivhaus?”. Pero, ¿Qué valor damos a aspectos beneficiosos que no se retornan de forma económica?
En este artículo nos centramos en algo que no se ve, ni se oye, ni te retorna dinero de manera directa, pero que nos afecta desde el minuto uno de vida y repercute en nuestra salud: la calidad del aire interior. Es cierto que, desde el año pasado, por temas obvios de la pandemia, se ha puesto en valor la calidad del aire, y los ciudadanos parecen estar más concienciados de la importancia del aire interior que respiramos, pero ya antes, en el estándar passivhaus, se trataba este tema con la importancia que requiere.
No es la primera vez que damos el dato de la OMS : las personas pasamos entre el 80 y el 90% de nuestro tiempo en el interior de los edificios, ya sea nuestro hogar, la oficina, colegios, universidades, hoteles… Con este dato resulta lógico y de sentido común que el aire interior de nuestros edificios tenga que ser sano y saludable.
Lamentablemente no es así. La calidad del aire interior queda lejos de ser óptima en el parque inmobiliario actual. Recientemente, la Plataforma de Edificación Passivhaus y la Universidad de Burgos, han publicado un estudio de monitorización de la calidad del aire interior en colegios del territorio nacional, en el que se reflejan las condiciones del ambiente interior en las aulas, deduciendo que solo 1 de cada 6 horas lectivas hay condiciones interiores adecuadas.
¿Qué contaminantes hay en ambientes interiores? ¿Y qué suponen en nuestra salud?
Los principales contaminantes que se encuentran en ambientes interiores son los biológicos y los químicos.
Los contaminantes biológicos como bacterias, virus, mohos… son agentes nacen en su mayoría por la humedad relativa presente en el aire. Tanto una humedad muy alta como una baja tienen consecuencias de este tipo, en la formación de bacterias, etc.
En la siguiente gráfica se puede observar los resultados de un estudio de humedad en el ambiente, en lo que se observa como varía la formación de agentes contaminantes, así como las enfermedades asociadas a estos agentes.
Ilustración 1: Grafico Sterling
Mantener la humedad interior entre 45% y 55% de humedad relativa sería lo conveniente para un aire “sano”.
Por otro lado, los contaminantes químicos son dióxido de carbono (CO2), formaldehídos, monóxido de carbono (CO) y radón entre otros.
Dióxido de Carbono (CO2): es uno de los más habituales en el interior de edificios ya que las propias personas lo generamos al respirar. Este indicador varía con la ocupación y la ventilación del recinto y se mide en ppm.
En ambiente exterior las concentraciones suelen ser de 300-400 ppm y en interior a partir de 600 ppm. Cuando se exceden las 800-1000 ppm en interior se empieza a experimentar incomodidad, dolores de cabeza, cansancio, dificultad para concentrarse… agravándose en el caso de los niños.
Formaldehídos: pertenecen al grupo de COV (compuestos orgánicos volátiles). Los COV están formados por distintas familias químicas que en común su base química de carbono y la particularidad de volatilizarse en el aire en estado gaseoso a temperatura ambiente.
Dichos compuestos son utilizados en la fabricación de diversos productos, materiales decorativos y de construcción: pinturas, barnices, colas, limpiadores, madera, alfombras, telas, ambientadores, etc
Los efectos de inhalación de este compuesto suele ser irritación ocular y respiratoria, siempre dependiendo del grado y tiempo de exposición.
Monóxido de carbono (CO): se produce en la combustión de combustibles. En el interior de edificios pueden aparecer por mala combustión de calderas, hornos, calefacción y consumo de tabaco. La inhalación de este compuesto impide la oxigenación de la sangre, por lo que pueden aparecer sensación de falta de aire, mareos ligeros o náuseas.
Radón: Ya hablábamos en un post anterior sobre la calidad del aire y el radón en las viviendas. El Radón es un gas radiactivo de origen natural que procede de la corteza terrestre. Es tóxico y puede producir problemas de pulmón.
Calidad del aire interior en edificios passivhaus
No todo son malas noticias, sabemos cómo se hace bien y como se controlan estos aspectos en el interior de los edificios.
El estándar passivhaus es muy exigente con el confort interior de los usuarios y por lo tanto con la calidad del aire interior, controlando la temperatura, humedad y la concentración de contaminantes en el aire.
En este link podéis ver la monitorización de una de nuestras viviendas durante un mes donde se observa la evolución de la concentración de CO2 en el interior y sus límites alcanzados.
¿Entonces qué?
Como ya decíamos al inicio del artículo, la calidad del aire interior no tiene un retorno económico, pero se siente desde el primer día y repercute de manera directa sobre nuestra salud.
Una vez conocidos los problemas de la mala calidad del aire y las ventajas de una buena calidad, la pregunta que nos queda es:
¿Qué valor le das a la calidad del aire interior de tu vivienda? ¿y a tu salud?
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